jueves, 22 de octubre de 2009

Praying.Waiting.Believing

La verdad es que no bastaba. No bastaba con entonar los himnos una vez por semana desde los 6 años ni de prestar atención a las reflexiones matutinas, ni siquiera cerrar los ojos mientras todos oraban y fingir que tu lo hacías, cuando solo abrías los ojos después para ver quién más estaba perdiendo el tiempo.
No bastaba con eso.
De qué podía servir pasar tu infancia y adolescencia en un colegio donde te enseñaban a ser un buen cristiano si jamás escuchabas, jamás hablabas con Dios durante las mañanas y dormías en los cultos mientras el pastor reflexionaba sobre Jonás y la vida en el estómago de un pez.
Yo no tengo la respuesta, solo tengo mis testimonios y los de demás personas que han pasado por lo mismo que yo. No hay nada más penoso que ser víctima de dudas que nadie puede deshacer. ¿De donde vengo? ¿De donde venimos todos y para qué?

En los últimos tiempos muchas personas han tratado de convencerme que Dios es solo un consuelo cuando la gente se siente desamparada y que el hecho que puedas "hablar" con El es una de las razones de la fe. "Es la clase de amigo a quien cuentas tus problemas y jamás te va a responder, por lo que crees que siempre tendrás la razón en quejarte".
Y bien... por otro lado estaban las personas que querían convencerme que Dios es el único amigo que tendré de verdad. El que no falla, no miente, no habla mal de ti a tus espaldas y el que siempre estará apoyandote, a menos que tus proyectos estén en la zona más pagana y hereje de la lista.
Seré sincera. Escuché a los segundos después de reflexionar un poco.
Le hablé por las noches, le pedí por uno que otro favor.
A la mañana siguiente todo fue maravillosamente bien.
Y honestamente no se si Él me escuchó y olvidó lo mala persona que he sido (no entraré en detalles) o si ha sido solo una coincidencia.
Solo se que en lo profundo de mí...
He encontrado algo en qué creer.

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