martes, 8 de diciembre de 2009

The Frame

A las once de la noche en punto nos esperaba el convertible afuera. La casa estaba inundada de perfume, olor a esmalte de uñas y crema para el pelo. La sala era un desorden total, una montaña descomunal de prendas coloridas, zapatos nuevos y viejos y bolsos que eran copias de los originales.
Nina me esperaba en la puerta, diciendo que se nos hacía tarde. Salí con el vestido negro favorito, con el perfume de manzana con pera y los tacones que me habían dado para navidad.
Estaba en la puerta del taxi, con el vestido corto azul eléctrico y sus lentes de contacto grises que la hacían ver tan hipnótica, más que de costumbre.

Nos subimos riendo al auto y partimos hacia la discoteca. La media hora de camino pareció quince minutos con la música a todo volumen, el cabello hacia el aire y las luces de la ciudad más despierta que nunca.

Entramos por la luminosa puerta y adentro el ruido ensordecedor fue mágico. Nos acercamos a la barra matándonos de la risa sin razón aparente. Nina le pidió unos vodkas con jugo de frutas al cantinero que usaba unos lentes demasiado vistosos. Brindamos entre risas y malas palabras para luego vaciar los vasos de un trago corto.
Antes de darme cuenta ya eran las dos de la madrugada.
Encima de la barra yacían más de cinco copas de vodka con jugo de frutas marcados por lápices
labiales que ¡Oh sorpresa! Nos pertenecieron desde el inicio.
A Nina se le perdió el celular y yo casi me caigo en plena pista. Las luces me cegaban y un tipo pasó cerca mío, me dijo "Cuidado muñeca, que el piso está de colores" en un tono muy vago y se fue, escabulliéndose entre la multitud que saltaba, gritaba, derramaba sus licores y fumaba con desesperación.
No se cuanto tiempo pasó, pero solo podía ver colores por todos lados y una mancha azul eléctrico que era Nina que no paraba de parlotear y coger sus vodkas con jugo de frutas para tomarlos como si fueran agua.
Sentía un par de manos en mi cintura y giré.
Olía a colonia.
Todo terminó.
Me desperté usando el mismo vestido de siempre, con el cabello enmarañado y aún oliendo a perfume de manzana con pera y vodka con jugo.
Me giré, con el cuerpo adolorido y el rostro iluminado por un leve rayo de luz.
Nina estaba con un tazón de cereal y su pijama encima de la cama, mirando las noticias de aquel domingo por la mañana.


-Va.. por fin despiertas. ¿Quieres yogurt de vainilla?

Ha sido otro sábado psicodélico. Otro sábado de luces. Ha sido otro día increíble que pasó volando, entre copas, cigarros y pisos llenos de luces.
Otro día donde termino durmiendo el asiento de copiloto del auto de Nina.
Oh vaya... hay cosas que nunca van a cambiar.

1 comentario:

  1. Pajaza.

    ¿Cuántos años tienes, Bárbara?. No escribes como el común denominador de un colegial. Hay talento aquí.

    En fin, un saludo.


    -Emilie Kesch.
    http://ungatosobreeltejado.blogspot.com/

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