Lo que sea... nada era distinto en Navidad. Bueno... la Navidad que llegaría dentro de unos minutos sí que iba a ser distinta y mucho, por cierto. Dos meses después de la Nochebuena había escapado de casa. Ni tanto haberse escapado, solo comenzó a gritar a todo el mundo hasta que dijo "Los odio" mientras lloraba y desapareció de la vida de su madre y de toda su familia para siempre.
De seguro hasta ahora la recordaban... pero a Ana solo le dolía recordar la escena. El rostro desencajado de su madre, los gritos de su desagradable tía Sofía diciendo una y otra vez que todas eran calumnias...
Que Paulie, su padrastro nunca había tocado de una manera perversa a su propia hijastra. Ella lo recordaba, comenzaba con los hombros, luego más allá... más aquí... "No te pongas así... solo sabes que te quiero bastante..."
-Oye, Ana ¿Despiertas? Carajo, faltan horas para la Navidad y ya te nos pierdes- dijo una voz familiar y atrevida.
Ana levantó la cabeza para ver a Paula y ésta le dedico una sonrisa algo fingida. Traía una lata de cerveza en la mano y el bolso en el hombro.
-Vamos a tomar una sopa, ya hace frío y no te dejaré pasar la Navidad sola, pendeja. ¿Vamos?
-Pago la mitad.
-No me jodas.
Entraron a un bar que estaba a unas cuadras de distancia, allí por las calles solitarias. Unos tipos pasaron y silbaron a Paula pero ella no estaba para trabajar. "No pienso en negocios ahora" dijo riendo "Primero quiero una Navidad tranquila".
Y pidieron una sopa que estaba deliciosa. Mientras Ana daba la última cucharada se imaginó a su madre, mirando a través del cristal como ella lo hacía ahora, quizás pensando en la primera noche que ambas pasaban tan separadas.
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